MUESTRA ARTE EN BRUTO
21 DE MAYO DE 2014
Adriana Abeles

Con la inauguración de esta muestra, hoy, en la Fundación Campos del Psicoanálisis, demos comienzo a un nuevo momento para nosotros respecto de nuestra política en la salud mental, agregando esta apuesta al “Arte en Bruto”.

Agradezco la presencia de todos ustedes, que nos están acompañando, agradecemos a la Subsecretaría de Cultura y Comunicación del Municipio de San Isidro, que auspicia este evento. Es más que un evento, es el comienzo de un recorrido, con su subsecretaria aquí presente, Eleonora Jaureguiberry.

Agradecemos especialmente al Dr. Juan Cambiaso, gran amigo, gran abogado y gran coleccionista, la donación de esta colección. Él hizo posible que existiera y tiene para nosotros, además, el valor de posibilitarnos comenzar un camino de transmisión, sembrar una semilla, invitar a distintos Hospitales o Centros de Salud Mental a continuar con esta apuesta, que es una apuesta del psicoanálisis: “Arte en bruto”

Juan Cambiaso nos va a mostrar un camino que coincide con nuestra política respecto de la salud mental, y que es en sí mismo, un tratamiento de la enfermedad mental. Pusimos en la invitación que les hicimos llegar: “lo fundamental para nosotros es que Arte en Bruto no se fundamenta sólo en el estado mental del creador”.

Este nombre, “Arte Bruto”, fue quedando atrás y tomamos…Arte en Bruto.
El término lo creo Jean Dubuffet, en 1945, y la traducción que nos parece más interesante es ‘Arte en Bruto’.

¿Por qué se la llamó “Arte en Bruto”? No sólo eran pinturas de enfermos mentales, eran granjeros borrachos y no borrachos, que tomaban y se ponían a pintar en el invierno. Hay un cruce entre la enfermedad mental y la ausencia de formación artística.

Es un arte espontáneo que no está destinado a ser una obra ni a correcciones. Como si fuera un arte fuera de norma o de relación con la belleza, no cruzado por el interés estético, como si estuviera más cerca de ser una escritura.

Recordemos las pinturas de Cándido López, de la guerra de Paraguay, ahora un pintor consagrado. En sus obras, a lo largo del tiempo, fue en disminución la desproporción y su infantilismo.
El significado del nombre “Arte en Bruto”, en el mundo, se fue deslizando más hacia el designar de ese modo la pintura de los enfermos mentales.

En realidad, no hay pintura esquizofrénica, aunque tiene rasgos distinguibles. Pareciera que el estilo no es elegido, ni hay propiamente una llegada al estilo, tiene más que ver con la producción que con la obra, hay más automatismos. Está el puntillismo esquizofrénico, que no es comparable con el puntillismo ¿posimpresionista?, tampoco es interesante compararlo. Parecería que es inevitable, no planeado.

Curiosamente, en el arte esquizofrénico, está la presencia de los dientes, está la ferocidad, está el niño…
En los artistas hay imposición de formas, que tiene que ver con la presencia de lo sádico de la técnica sobre ellos.

Podemos recordar los comienzos de Henri Rousseau en Francia…
En Van Gogh hay estilo. A pesar de su historia de desencadenamientos psicóticos, pudo llegar a hacer un recorrido extraordinario, entre otras razones, porque contó con su hermano Theo, que fue su partenaire real, su ordenador de la cotidianidad.

Nuestra apuesta se dirige a reducir lo clasificatorio y a dar una vuelta haciendo entrar los fundamentos con los granjeros de los comienzos y no de centrarlos exclusivamente en las distintas variantes respecto de la salud mental, las locuras, las psicosis…

La salud mental es un “no” a la marginalidad, más allá del sentido socio económico. El psicótico, el loco, está afuera, excéntrico, es decir, fuera de su centro, ajeno, anónimo.
Decir “no” a la marginalidad, es decir “no” a estar al margen de uno mismo y de la comunidad.
Ubiquemos las locuras como lo que hace visible el encierro, un dirigirse a la excentricidad. El instante de locura se dirige a lo excéntrico; es aquel que en ese momento está fuera de sí, extraviado.
Acá, en Campos del Psicoanálisis, cuando trabajamos clínicamente, hablamos no sólo de psicosis y estados de locura, sino de momentos locos, contingencia posible para cada uno de los seres hablantes.

El psicótico está apresado en sus delirios y alucinaciones, es un objeto de éstas. En el campo de las locuras, se trata entonces de ceder el ruido infernal de las palabras o de las visiones, para dar paso a alguna pregunta.

Un tratamiento posible para las psicosis, para las locuras, es disputarle ese lugar de objeto al llamado psicótico; liberarlo, por momentos, de ser el objeto de esas visiones.
El arte, con su peculiar modo de construcción de objetos, posibilita esto: cada realización artística le disputa al psicótico algo de ese lugar de objeto. De ser el objeto de sus creencias y delirios, pasa a producir: a ser ese hablante que construye objetos en vez de serlo.

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